El probable pensar que vivimos en un estado de bienestar, donde gozamos de la razonable libertad que nos proveen todas estas nuevas herramientas tecnológicas que ya forman parte de nuestra vida, al mismo tiempo, que la sociedad parece estar abastecida y cegada con lo necesario para cubrir las necesidades más básicas del individuo, creando una conciencia feliz que parece no dejar cabida a la crítica y a la disconformidad con el sistema impuesto por el «aparato». Deberíamos replantearnos si el poder político en sentido propio es el poder organizado de una clase para someter a otra, como ya venía diciendo Marx en su Manifiesto.
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¡La comunidad está demasiado satisfecha para preocuparse!
Como ya aventuró hace años Marcuse en su Hombre Unidimensional, nos encontramos en la creencia de que lo real es racional y el sistema social establecido produce los bienes— refleja un nuevo conformismo que se presenta como una faceta de la racionalidad tecnológica y se traduce en una forma de conducta social. Esto es nuevo en tanto que es racional hasta un grado sin precedentes. Sostiene a una sociedad que ha reducido —y en sus zonas más avanzadas eliminado— la irracionalidad más primitiva de los estadios anteriores, y que prolonga y mejora la vida con mayor regularidad que antes. Lo que convierte un texto que para muchos podría estar desfasado, en un documento actual y de referencia para comprender, analizar y ser críticos con los mensajes que recibimos, siendo conscientes que la comunicación, tomando la perspectiva de Zeller (2016), es cada vez más un arma de combate y es pensada y utilizada por las élites dirigente y sus cuerpos de expertos como una herramienta de control más que de información y educación.
Es la utopía de un mundo feliz, donde lo visible se vuelve certeza y lo invisible se torna irreal. Nos mostramos ajenos y reacios a entender que la opulencia y el bienestar de unos, es la desgracia y la pobreza de otros. Cerramos los ojos y pasamos de largo cuando nuestro bienestar está asegurado, dejándonos influenciar y volviéndonos reticentes a ser críticos y empáticos con las clases sociales más favorecidas o desfavorecidas, situándonos en una postura intermedia de ciega seguridad y felicidad material.
«Nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro»
Huxley (2014). Un mundo felíz.
La vida debe ser entendida, en su acepción más primitiva, como el tiempo que transcurre desde el nacimiento de un ser hasta su muerte. Un viaje que nos debe ayudar a entender en un breve lapso de tiempo histórico ¿quiénes somos?, ¿qué queremos ser?, ¿qué fueron? y ¿qué seremos? en relación al resto de seres humanos pasados, presentes y futuros dentro de sus distintas comunidades antiguas, actuales y venideras. Ya nos decía Ortega y Gasset, que la vida no elige su mundo, sino que vivir es encontrarse, desde luego, en un mundo determinado e incanjeable.
Lo que nos tiene que obligar a replantearnos, si la forma en que vivimos es producto de nuestra libertad real y efectiva a la hora de ejercer nuestros «derechos y deberes» o, por el contrario, en palabras de Marcuse, «…la superestructura productiva que descansa sobre la base desgraciada de la sociedad, impregna a los «mass-media» que constituyen la mediación entre los amos y sus servidores.» Consiguiendo de este modo manipular mediante laboratorios de defensa, oficinas ejecutivas, expertos y salones de belleza para políticos (que conciben el maquillaje adecuado para los líderes), hablando un idioma diferente y, por el momento, pareciendo tener la última palabra. Ésta es la palabra que ordena y organiza, que induce a la gente a actuar, comprar y aceptar. (Marcuse, 1954)
Pensamiento condicionado por la funcionalización del lenguaje inserto en un discurso intencionado.
Parece ser imposible no imaginar una sociedad como la ya planteada por Voltaire hace siglos, donde los hombres, aún viviendo en comunidades unificadas, quedan divididos por dos clases, la una de opresores y la otra de oprimidos; y estas dos se subdividen en mil y esas mil tiene aún matices diferentes. Una sentencia dura y real, que nos muestra, cómo la realidad individual de cada persona se torna distante e inocua si no es próxima a nuestro circulo social, entendiendo como tal, familiares y amigos. Una indiferencia motivada, en parte, por discursos premeditadamente intencionados y, en muchos casos, con una clara tendencia a manipular la mente adormecida de una población, sumida en un atontamiento inducido, allí donde una inteligencia está subordinada a otra inteligencia […] sin querer salir de una caverna que tan solo nos muestra las sombras de una realidad a medias y sesgada para que no comprendamos, que la igualdad es fundamental y está ausente, es actual e intempestiva, remitida siempre a la iniciativa de los individuos y de los grupos que, contra el curso ordinario de las cosas, toma el riesgo de verificarla, de inventar formas, individuales o colectivas, de su verificación…(Rancière, 2003).
Siguiendo nuevamente a Marcuse, podríamos decir: …los que hacen la política y sus proveedores de información de masas, es promover sistemáticamente el pensamiento unidimensional. Un universo del discurso poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas y dictadas. Lo que dicho en otras palabras, podría ser considerado más propio de un Gran Hermano Orwelliano y totalitario que de un estado democrático.
No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabamos haciendo imposible todo crimen del pensamiento … Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño.»
Orwell, G. (2003). 1984
El uso de una gramática pensada para la dominación, donde la tendencia del capitalismo, parece ser la de una realidad cerrada, donde se buscan fines homogenizadores que se tornan en una pérdida de la individualidad y, que debería asustarnos como habitantes de un mundo hiperconectado y globalizado. En definitiva, si esto sigue así tendremos que pensar si la masa ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada y organizada (Ortega y Gasset, 1979).
Me gustaría recordar a modo de protesta, como en contraposición a fórmulas mágico-rituales donde el discurso consigue aunar una sintaxis de contradicción que proclama la reconciliación de los opuestos uniéndose en una estructura firme y familiar (Marcuse, 1954), debemos de ser capaces de escoger juiciosamente, libre y de manera democrática, nuestros representantes, pues dirigirán y condicionarán nuestra forma de entender y vivir por el tiempo que dure su mandato. Entendamos y reflexionemos con las siguientes palabras de Maquiavelo:
«…el príncipe prudente debe elegir en sus estados a hombres sabios, únicos con permiso para decirle la verdad y sólo respecto a lo que él les pregunte..»
Maquiavelo, N. (1985). El príncipe
Lenguaje unidireccional que se hace inmune a la contradicción.
Ya aventuraba Bradbury en su Fahrenheit 451 que no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Del igual modo, que no hará falta preguntarse si somos marionetas en un teatro perfectamente articulado si dejamos de cuestionarnos, en una sociedad tremendamente infoxicada, si los mensajes que recibimos deben ser cuestionados, analizados y en consecuencia, aceptados o rechazados.
En el momento que dejamos de ser críticos, nos volvemos sumisos y esclavos de la ignorancia. Un grave mal para el intelecto humano que nos hace olvidar que la cultura es un nutriente liberador para quienes la adquieran (Sacristán, 20105). Nos dejamos influenciar por un lenguaje cerrado que no demuestra ni explica, se mueve por medio de tautologías, pero las tautologías son frases terriblemente efectivas que nos desvinculan y desorientan de la posibilidad de contradecir. Dicho de otra manera, la unificación de los opuestos que caracteriza el estilo comercial y político es una de las muchas formas en las que el discurso y la comunicación se inmuniza contra la expresión de protesta y la negación [….] ¿Cómo puede tal protesta y negación encontrar la palabra correcta cuando los organismos del orden establecido admiten y anuncian que la paz es en realidad el borde de la guerra, que los últimos cañones llevan consigo la justificación de su precio, y que los refugios contra bombas pueden ser muy acogedores? (Marcuse, 1954)
No permitamos que las palabras sean inyectadas con agujas hipodérmicas en nuestro cerebro. Convirtamos lo que ya muchos consideran un pensamiento obsoleto en una certeza veraz, que proclama que no todo mensaje con un destino específico es directamente recibido y aceptado en su totalidad por el receptor. Creemos una corriente de pensamiento divergente que vaya desde la individualidad hasta la colectividad, dialogando y conciliando nuestras opiniones y vivencias con las de los demás.
El discurso como forma de control unidimensional.
La libertad de cada persona a elegir su destino, sus intereses y la forma en la que emplear su tiempo y recursos, deja de ser efectiva en el momento que los medios de comunicación e individuos que lanzan, mensajes públicos y discursos intencionados, alienan e influyen sobre nuestra forma de pensar, sentir y razonar. En definitiva, se crean nuevas estrategias de control social para conseguir lo que ya nos aventuraba Le Bon en su Psicología de las Masas, una población dominada por consideraciones de las que no tiene consciencia.
«Se suele decir que no hay cegueras, sino ciegos, cuando la experiencia de los días pasados no ha hecho más que decirnos que no hay ciegos, sino cegueras»
Saramago, J. (2002) Ensayo sobre la ceguera.
Es inteligente en la actualidad creer que tales discursos intencionados y estratégicamente planteados con un fin y un propósito solo emanan de los meetings políticos, sin embargo, a pesar de que muchos de estos son así planteados, no solo nuestras clases dirigentes buscan alcanzar tal fin de control. Las grandes multinacionales en su afán de enriquecimiento y venta, crean cuidadosos planteamientos discursivos para conseguir adeptos a sus marcas y productos. Consiguiendo de este modo hacernos esclavos de identidades ajenas a nuestra propia elección, donde la imagen y la palabra correctamente articulada se torna en un mensaje lleno de intención que nos muestra un lenguaje que no sólo refleja estos controles sino que llega a ser en sí mismo un instrumento de control, incluso cuando no transmite órdenes sino información; cuando no exige obediencia sino elección, cuando no pide sumisión, sino libertad. (Marcuse, 1954)
Retomando nuevamente a Le Bon, podemos decir que en la mente colectiva las aptitudes intelectuales de los individuos se debilitan y, por consiguiente, se debilita también su individualidad. Un grave problema si queremos entender las sociedades como ámbitos plurales de cultura y diversidad. Ya que se monopoliza el pensamiento y se erradica la crítica individual, para aceptar como máximas el pensamiento colectivo que nos debería plantear si, en un país en el todos piensan lo mismo, nadie piensa demasiado (Lippmann, W.)
Uso de la dimensión histórica basado en intereses discursivos.
Desde que la humanidad tiene conciencia, entendiendo este proceso cognitivo con la aparición de la escritura, todos sus acontecimientos han sido relatados y archivados de diferentes formas. Hecho que nos ha permitido a generaciones presentes, comprender pasados, más o menos cercanos ,que nos acercan al conocimiento de nuestro propio yo y de nuestra sociedad actual. Datos de tremenda importancia según el uso que queramos hacer de estos, pues podemos analizar desde distintas disciplinas la evolución del ser humano y las sociedades en las que este se ha desarrollado.
Es interesante reflexionar desde el planteamiento anterior, como la supresión del propio pasado desde un enfoque intencionado puede conllevar manipulación, en tanto que dicho mensaje busca, según Marcuse «…el espectro de una humanidad sin memoria […] no es un mero producto de decadencia, sino que está ligado necesariamente con el carácter progresivo del principio burgués […] la sociedad burguesa avanzada anula la memoria, el tiempo, el recuerdo como una especie de residuo irracional del pasado.” Lo que ayuda a falsificar un presente que pretende ser inmediato, sin residuos pasados que puedan despertar crítica y reflexión en torno a la realidad que se nos quiere plantear.
En este sentido, debemos de ser capaces de romper con la inmediatez de los hechos dados como dogmas, para de este modo poder vincular lo vivido a lo pasado, creando una inferencia efectiva sobre lo que se nos dice, lo que creemos y lo que fue, para poder ser juiciosos a la hora de recibir mensajes que quieran eliminar nuestra capacidad de vincular los hechos que se nos dan a una pasado que existió, pero que parece querer haber sido olvidado para no interferir en intereses actuales.
Referencias.
- Marcuse, H. (1954) El hombre unidimensional. Barcelona. Planeta de Agostini
- Marx, K. & Engels, F. (2001) Manifiesto Comunista. Madrid. Alianza Editorial.
- Huxley, A (2014) Un mundo felíz. Madrid. Debolsillo
- LA COMUNICACIÓN, ENTRE LA DEMOCRATIZACIÓN Y DESDEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD.En el texto: (Orellana, 2017) Bibliografía: Orellana, C. (2017). LA COMUNICACIÓN, ENTRE LA DEMOCRATIZACIÓN Y DESDEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. [online] Revistes.ub.edu. Available at: http://revistes.ub.edu/index.php/clivatge/article/view/15886 [Accessed 7 Dec. 2017].
- Rancière, J. (2003). El maestro ignorante. Barcelon. Laertes educación.
- Orwell, G. (2003). 1984. Barcelona. Destino.
- Ortega y Gasset. (1979) La rebelión de las masas. Madrid. Revista de Occidente en Alianza Editorial.
- Maquiavelo, N. (1985). El príncipe. Madrid. Catedra, Letras Universales.
- Saramago, J. (2002). Ensayo sobre la ceguera. Madrid. Santillana.
Que interesante!
Me ha gustado mucho, aunque también me ha entristecido el ver desde esta perspectiva, la realidad en la que nos encontramos sumergidos…
Muchas gracias, lo cierto es que la libertad en nuestra sociedad moderna es bastante subjetiva.
[…] La manipulación en la comunicación mediante discursos de control […]
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